martes, 1 de diciembre de 2009

Y volví a Europa...



Hace tiempo que no escribía en este blog. Se acabó mi estancia en Ghana pero no mis pensamientos e impresiones sobre este increíble país.

Volví a Europa, volví a Madrid y volví a ver ciudades en las que el ritmo es, a veces difícil de seguir; volví a ver gente con móviles corriendo de un lado al otro del centro comercial; volví a estar en atascos de tiempo incalculable y rodeada de gente enfadada tocando el claxon; volví a ver las personas vestidas a "la moda", ¡ya ni me acordaba de cómo eran los vaqueros! Me acostumbré a ver telas de todos los colores, los pañuelos al gusto de cada uno, ellas fabricando sus vestidos para que les encajasen a la perfección, los niños con el uniforme del colegio y ellos, a veces, con trajes de un valor incalculable, y no lo digo por el precio sino por la cantidad de años que debían de tener. Había hecho un viaje en el tiempo y parecía estar cincuenta años atrás.

Me he dado cuenta que el ritmo del primer mundo muchas veces te hace olvidar ciertas cosas que en Ghana disfrute como nunca: Atardeceres, paseos entre árboles inmensos, el sonido de cientos de ranas croando al irte a dormir, andar bajo la lluvia y aun así tener calor, los ciempiés que entran por las ranuras de la casa, las sonrisas de la gente y sus miradas de asombro o de reproche….

Allí cada gesto importaba, allí todo es de verdad. No saben que es la mentira porque nadie les ha enseñado a mentir, saben pocas cosas porque nadie les ha enseñado como nos enseñan aquí, pero lo que saben es lo que muchas veces olvidamos nosotros.

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