lunes, 14 de diciembre de 2009

Taking a walk on the wild side


A veces olvidamos que lo que importa es vivir, como sea, pero vivir. Nos hemos olvidado que venimos de los animales, que una parte muy importante del ser humano es la parte animal, y es una parte que no deberíamos de perder. Es nuestra parte salvaje, violenta, egoísta, instintiva…

Caminando por Accra me daba cuenta de que yo parecía de otra especie. Las miradas, los gestos y la actitud de los ghaneses parecían no dejar de repetirme que era de otro planeta. Un señor se acomodaba en un rinconcito de una de las principales calles para echarse una siestecita y yo, al verle ahí tumbado pensé que se encontraba mal, pero no, simplemente le entró el sueño y… ¡a dormir!
Las mujeres están en cada calle con sus niños de aquí para allá. Se suelen acomodar en algún lugar de la acera para comer *fufu, dormir sobre sus telas, para descansar de cargar a los más pequeños, para ver la vida pasar o para observar estupefactas a una blanca que lleva una cámara colgando, ¡dios que bonita es esa cosa y qué moderna!

Mientras, en la otra acera me llamaban la atención la cantidad de cocos que vendía un señor y me acerqué. Con un cuchillo enorme partía los cocos por la mitad y la gente que pasaba por ahí tenía la oportunidad de beberse un delicioso coco.
Un negocio de lo más común en Ghana, subir a las palmeras, coger muchos cocos, colocarlos en un carro, partirlos y venderlos. Escalan como verdaderas panteras, es impresionante. No sólo escalan, sino que son nadadores de primera, pescadores de primera y muy buenos vendedores. El mejor ejemplo, el Makola. Este ruidoso mercado en Accra es de lo más variopinto, desde vendedoras de sardinas asadas y casi torradas por el sol hasta pequeñas personitas mirándote desde el suelo y devorando un sabroso mango. Gritos, empujones, caracoles enormes casi tocando mi cara, olores de comida mezclados con la suciedad de la calle, cabras protestando, gallinas desorientadas…
Hay que tener mucho cuidado porque una vez dentro te van a engatusar y lo hacen con igual o mayor maestría que la de un comercial europeo. No te vas a librar de las intrépidas vendedoras de telas, de las jovencitas resabidillas de los collares (no han ido al colegio nunca pero saben más que cualquier niña de su edad) ni de los feroces pescadores que intentan meterte el pescado hasta en el bolsillo.
Son personas con un instinto apabullante, y es que, si vas a Ghana tienes que convertirte en lo que ellos son, hace falta algo más que instinto, hay que convertirse en un auténtico felino: feroz, independiente y buen cazador.



*Es un plato tradicional ghanés que consiste en machacar en un gran mortero plátano o “plantee” con yuca o “cassava”, una verdura de allí.

1 comentario:

  1. Hola,

    me encanta el blog. Muy sincero y muy humano. Soy alumna del CEU, en quinto de humanidades y periodismo. Me encataría saber más de tu trabajo. Para quien trabajas, com ohas llegado hasta allí, esas cosas. Me gustaría poder dedicarme a algo así cuando acabe la carrera, y lo veo muy complicado, pero el descubrir que hay genet que llega a ello me da esperanza.

    No encuentro tu dirección de correo en el blog. Te doy la mí y si puedes te pones en contacto conmigo y me cuentas, vale? de verda me interesa muchísimo.

    bego.tr@gmail.com

    mil gracias

    Un abrazo

    Bego

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